Una actuación muy rápida es la clave para la recuperación de una dentadura que ha sufrido alguna rotura en la infancia.
Por Andrés Antelo Añón (*)
Los accidentes infantiles son frecuentes - un balonazo, una caída, un traspié en el andar indeciso de los más pequeños - y en muchos de ellos se daña una pieza dental generalmente los incisivos centrales superiores (paletas). El diente se mueve, se fragmenta o se desprende totalmente, causando una honda impresión en los niños ¡de esas que nunca se olvidan.
Estos accidentes pueden perjudicar el nervio, el hueso y, en definitiva, el desarrollo de la dentadura, lo que afecta también a la función bucal, al habla y a la estética, ocasionando no pocos problemas psicológicos. Por eso, ante la rotura de un diente, es necesario reaccionar de forma muy rápida, acudiendo de inmediato al dentista más cercano.
En el caso de un desprendimiento, si el diente es de leche, no procede reponerlo porque hay que dejar espacio para que crezca la pieza definitiva. Pero sí conviene comprobar el daño en los demás tejidos. Temporalmente se puede colocar una prótesis para mantener las funciones de fonación y masticación, especialmente si el infortunio afecta a varias piezas o si el niño la niña, son todavía muy pequeños.
Si las piezas dentales dañadas son las definitivas, se recomienda recoger los fragmentos, o en su caso el diente desprendido, y acudir con extrema urgencia a la clínica dental en el plazo de media hora. Si es posible se introducirán las piezas dentales en leche o en una solución salina (la propia saliva del niño) para lavar suavemente las raíces, e incluso se puede colocar el diente sobre el alveolo herido y presentarse así en la consulta.
En estas situaciones se intentará realizar un reimplante de la pieza dental pero, la pauta a seguir, dependerá del grado de afección de la encía, del tejido óseo, del nervio y de las piezas dentales y, sobre todo, de la rapidez con que se haya efectuado la actuación.
(*) Médico dentista con clínica en Marín