Es una lástima que el libro “Marín en las postales antiguas 1902-1945” no esté en posesión de, al menos, todos los marinenses que quieran saber cosas y curiosidades de nuestra historia. Cendán aprovechó la disculpa de las postales para explicar muy detalladamente, aspectos de la progresión de Marín a nivel social y económico y hoy, como hemos hecho en anteriores páginas de Carriola de Marín, vamos a referirnos a su estudio sobre la Iglesia Vieja, que así la llamamos coloquialmente.
Asegura Manuel Cendán que “antiguos documentos acreditan que, en el lugar que hoy ocupa la iglesia parroauial antigua, existió en tiempos remotos una ermita denominada Nosa Senhora da Guía y no puede extrañarnos la denominación porque allá por los tiempos de Don Diego de Arias, la ubicación actual de la iglesia era sobre un promontorio desde el que podría ser fácilmente ser vista por los barcos desde el mar.
Don Diego de Arias, como ya hemos comentado anteriormente, tras recibir como premio del Coto de Marín y, seguramente cuando más feliz podría ser con setenta años y semejante regalo de Doña Urraca, enviudó y decidió llorar sus penas el el monasterio de Oseira donde ingresó como fraile o aspirante. Eso sí, ¡con la Iglesia hemos topado!, la Orden recibió la donación de las propiedades de Don Diego y en 1.151, según señala Cendán, la propiedad pasó a ser de la orden cisterciense que enseguida construyó el desaparecido Priorato porque los monjes tenían la postestad de poder construir lo que quisieran allí donde pudieran. Y, tras el Priorato vino la primera ampliación de la que había sido la pequeña ermita, faro de los barcos que navegaban por la Ría, dándole a la nueva iglesia el nombre de Santa María del Puerto de Marín, edificándose la capilla mayor de la iglesia en 1603, obra del cantero García Arce, y quedando la nueva iglesia bajo el poder eclesiástico de los de Oseira con derecho a percibir los diezmos y demás derechos eclesiásticos que, hasta entonces, recuérdese, eran cosa de la Parroquia de San Xulián.
Vino después, en el año 1703, la obra de ampliación de la iglesia que tuvo dificultades para ello por causa de los cimientos, pero se hizo, añadiéndole la capilla mayor el cimborio y el coro y fue ya en el año 1739 cuando se construyeron las fachadas principal y el campanario quedando ya prácticamente como es hoy este histórico templo.
Efectos de la desamortización de Mendizabal
Llegó el 1836 y Mendizabal aplicó su ley de la desamortización y, en ese momento, desaparecen los monjes de Oseira que abandonan sus “propiedades” del antiguo Coto de Marín. La iglesia pasa a depender del Arzobispado de Santiago de Compostela pero sigue siendo un apéndice de la parroquia principal de San Xulián. Claro que lo que hoy es Marín-centro, creció demográficamente muchísimo en cincuenta años y, precisamente en el 1886, se cambian las tornas y pasa a ser la parroquia principal la de Santa María del Puerto con primacía sobre la de Marín de Arriba, hasta que, no sin bastantes disputas internas, acaban dividiendo la feligresía en dos parroquias, la de “arriba” y la de “abajo” con los mismos nombres que que conocían de ellas.
Pegadita estuvo la casa consistorial
Se nos escapa a muchos marinenses el conocimiento de que el Ayuntamiento estuvo pegado al templo antiguo, justamente donde hoy se encuentra el crucero y la fuente. Anteriormente estaba allí el osario parroquial, cuyo contenido fue desalojado y llevado al nuevo cementerio en 1842. El concello que bien pequeño sería, acorde con el volumen vecinal, seguramente, permaneció allí hasta 1.908.
Otros anexos
Aunque pocas variaciones detalla Cendán Vilela en su obra, hay que reseñar que, en el año 1850 se construyó en cuya piedra se esculpió un reloj que algún atrevido, en recientes obras de limpieza estuvo a punto de hacer desaparecer con su indolente cincel. Y en 1925 se decidió elevar aquella pequeña torre hasta donde hoy se encuentra, instalando un nuevo reloj que “casi” siempre funciona actualmente. Hoy en día la torre con su reloj incluida, es de juriscición municipal que no eclesiástica.
No nos habla Cendán, en cambio, de la existencia del reloj de sol en la fachada de la actual plaza que precisamente conocemos como “Rúa do Sol”, seguramente por la existencia de ese curioso reloj de piedra al que, no hace mucho, se le ha caído, por oxidación, seguramente, la “aguja” que tenía incrustada en el centro y que era la que provocaba la sombra que “daba” la hora a quien, en otro tiempo, para allí mirase para orientarse de en qué momento del día se encontraba. Igual colocan algún día otra “aguja” aunque solo sea por conservar el patrimonio cultural de la plaza y el templo.
La modificación de la calle con gran rebaje y lío
Cuando hicimos referencia a los Munáiz que se habían wuedado con la propiedad del Priorato por la jugada maestra de la desamortización de Mendizabal contábamos que hubo un gran lío entre este propietario y el ayuntamiento porque, con unas obras de rebaje de altura de la calle que está entre el templo y el antiguo Priorato, se le impedía entrar con sus carruajes en el edificio y acceder fon facilidad , como era habitual a él dada la diferencia de altura resultante de la obra. Hubo reclamación de fuertes indemnizaciones pero no viene al caso hablar de su resultado sino que Cendán refleja cómo el ayuntamiento realizó la obra de rebaje del nivel a petición de los vecinos y, a consecuencia de ello, se modificó la entrada al templo, cerrándose la puerta original y abriendo otra al lado a la que se accede por las escaleras que dan a esa calle de tal modo que, el primitivo acceso del Priorato al templo, que era directo, se vio truncado y aún hoy muchos no entienden la misión de esa misteriosa puerta a la que no se tiene acceso.
Gratitud eterna a Cendán Vilela por su trabajo