Carriola.Julio Santos Pena.07.01.23
Se apagan los luceríos, se callan zambombas y panderetas y se envuelven con cuidadito las figuritas del Belén para el año que viene. Y nos damos cuenta de que hemos entrado en un nuevo año, seguramente, y que las ilusiones que nos habíamos hecho de ver el mundo de otro color eran vanas porque lo ùnico que ha cambiado de verdad de tono es la cuenta corriente que, a tarjetazo limpio, se ha ido vaciando entre langostinos, turrones y misteriosos e ilusionantes paquetes que se abrieron ayer por la mañana en casi todas las casas.
Y ya el horizonte es otro. Los peques y los jóvenes a los colegios e institutos, pasado mañana mismo, y los demás, cada uno con su afán, que ya es mérito, y a muchos y muchas se les ha encargado volver a las tiendas para cambiar los pantalones, los jerseys y otros artículos que resultaron regalos fallidos porque las tallas son las tallas y los talludos y talludas, también han cambiado de forma. Recuperar os cartiños es a veces un alivio despues de haber quedado bien el día de Reyes.
Pero ya la vista se ha ido hacia adelante. Ahí, en cinco o seis semanas, nos encontraremos con el Entroido que volverá a traer el bullicio a las calles con música de comparsa, casi toda importada de los climas tropicales, a cuyo son danzan con poca ropa, como para agarrar una pulmonía, hombres y sobre todo mujeres adornad@s con plumajes y colorines para dar y tomar. El día 18 de febrero, a muy poco más de un mes, estaremos en la bulla pero, ya antes. el ansia de los comparseros, las filloeiras y especialistas en laconadas y otras maravillas culinaias, se habrán puesto manos a la obra. Y otra vez volveremos a entrar en la dinámica de olvidarnos de la realidad que si no la vivimos ya, económicamente hablando, no parece que tarde mucho en hacerse ver, aunque sobran los que por un lado aseguran que caeremos en un pozo y también los que aseguran que vamos como un tiro hacia arriba. Xa miraremos.
Y pasará el Carnaval para entrar en la cuaresma, teórico tiempo de reflexión y sacrificios, Cuarenta días para preparar esa semana del 2 al 9 de abril en que, basta con que el tiempo ayude un poco, para que muchos, muchos más de los que pudieran hacerlo en un país normal, saquen fuerzas de flaqueza y se las arreglen para viajar aquí o allá durante toda la semana o de jueves a domingo, que hay que disfrutar de la vida mientras se pueda. Y vuelta a sacar la tarjeta de plástico que parece que no se gasta y a poner en aprietos la cuenta del banco que espera su momento para lanzarse a nuestro cuello indolente y exigente con sus colmillos insaciables de dinero prestado.
Y a la vuelta, este año tenemos más fiesta... bueno fiesta fiesta, no pero farándula sí, porque nos encontraremos de bruces con el mes de mayo en que, ¡ay Dios mío! Tendremos que elegir a nuestros gobernantes locales. Veremos a los partidos políticos enmarañados en asegurar que cada uno de ellos es mejor, mucho mejor, que los otros. Harán mìtines a los que solo asisten los suyos y algunos indecisos; empapelarán el pueblo de papeles y carteles y harán llegar a las casas miles de sobres con las caras bonitas de los candidatos y candidatas que, aunque sean ya dignas de alabanza, el photoshop pulirá lo posible para aumentar sus cualidades físicoagradables. Y, el 28 de mayo, ¡zás!, a votar, para que esa misma noche haya sonrisas y lágrimas aunque el día 29 todos hayan ganado y estén satisfechos aunque no hayan sacado representación.
Y ya después, junio, el verano... los furanchos... las primeras fiestas...las terrazas... los preparativos del veraneo aquí o allá... ¡qué sé yo!; todos a mover tarjeta, que es de plástico, mientras los agoreros seguirán diciendo que esto se va al carajo, con perdón, y los otros mantienen que ¡como en España ni hablar!
Y cuando nos demos cuenta ya habremos cruzado el verano con todas sus fiestas habidas y por haber y estaremos abocados de nuevo a la Navidad, seguramente más empeñados pero con resquicios todavía de tarjeta bancaria que puedan soportar la presión aunque ya por entonces habremos presenciado a los agoreros y a los otros pelearse en las Elecciones Generales manteniendo sus argumentos diferenciadores.
O sea, nada nuevo bajo el sol, Un año por delante como todos los años, con el añadido de los comicios como cosa diferenciadora pero con las mismas ansias de vivir aunque sea a base de tambaleante tarjeta de cargo o de crédito que aguanta como puede,,, hasta que no pueda más. Pero esta película ya la vivimos ¿o no?.