Carriola.José Carlos Otero López (*).08.01.23
Educar a los hijos no es tarea fácil, ni hay un manual que nos ofrezca unas normas infalibles; simplemente se trata de aplicar el sentido común, la coherencia y sobre todo mucha cercanía y cariño, teniendo presente que ser padre/madre supone convertirse en el primer y fundamental educador de los hijos.
Los padres no pueden educar a sus hijos del mismo modo que ellos fueron educados porque la sociedad es muy cambiante y las normas varían de una generación a otra, pero lo que sí debe existir es un modelo propio de educación familiar porque los niños necesitan límites y normas claras en su desarrollo. La clave está en encontrar el punto de equilibrio. No podemos ser demasiado estrictos como para impedir a nuestros hijos expresar su espontaneidad, ni tan permisivos que no sepan convivir ni compartir con otras personas.
No podemos ser padres helicóptero que siempre sobrevolemos sobre nuestros hijos para vigilarles constantemente, ni padres apisonadora que siempre vamos al lado de nuestros hijos alisándoles el camino para que nunca se equivoquen, ni tampoco padres policía, siempre dispuestos a defender indiscutiblemente las actuaciones de los hijos con o sin razón.
Los hijos no suelen ser tan buenos como dicen sus padres, ni tan malos como dicen los vecinos.
A continuación ofrecemos un decálogo de actuaciones que pueden ayudarnos a educar a nuestros hijos, pero no quiere ser un recetario válido para todas las familias.
DECALOGO PARA FAVORECER UNA BUENA EDUCACIÓN FAMILIAR
- Establecer normas muy claras y límites adaptados a la etapa evolutiva y acordes a las circunstancias familiares. Tu hijo debe aprender a valorar la disciplina y a conocer que los límites van a fortalecerlo.
- Fomentar la responsabilidad exigiendo el cumplimiento de las normas establecidas y negociadas previamente. Los hijos/as deben entender que todos los actos tienen una consecuencia y el incumplimiento de una norma lleva consigo una respuesta. Hacer hincapié en que hay normas y conductas que no son negociables: asistencia al colegio, respetar, ayudar a recoger la mesa, ordenar la habitación, cumplir la puntualidad establecida...
- Evitar discrepancias o desacuerdos entre los padres en cuanto a disciplina y exigencias. Es decir, unidad de criterios en la pareja. ¡Si uno dice “si”, el otro no puede decir “no”!
- Mantener la coherencia en la exigencia de conductas y en la aplicación de medidas coercitivas.
- Predicar con el ejemplo porque “los hijos no obedecen, imitan”. Ofrece modelos de conducta para que ellos los interioricen.
- Fomentar la cultura del esfuerzo y aplaude sus logros. Nada se consigue sin esfuerzo.
- Reforzar los logros, aciertos y cualidades para mejorar su autoestima. Así aprenderá a confiar en si mismo.
- Evitar las descalificaciones personales y las comparaciones porque siempre son odiosas.
- Mantener el diálogo constante. ¡Escúchales para que ellos/as aprendan tambiéna escucharte!. ¡Háblales para que ellos también te hablen!.
- No le sobreprotejas y déjalo que cometa errores para que sepa sacar partido y aprender de ellos.Permítele experimentar, aventurarse, aunque de forma discreta controla que no se produzcan problemas irreversibles.
(*) José Carlos Otero López (Licenciado en Pedagogía)
NOTA: Tras varios meses en que el pedagogo Otero López ha venido dedicando sus decálogos como consejos profesionales ante situaciones concretas de la vida sobre todo de los jóvenes, la próxima semana este mismo apreciado colabordor de Carriola de Marín iniciará una nueva sección: “Rincón para la cita con la frase célebre”. Será también sección dominical que con toda seguiridad concitará tanto interés como la de los decálogos.