Carriola.04.08.24
LAS MENTIRAS DE LOS HIJOS
Dolores Armas Vázquez
Psicopedagoga
Brevemente podemos decir que mentir es contar hechos falsos. En el caso de los niños de 3, 4 e incluso 5 años, las mentiras no son tales. Los pequeños debido a su fantasía natural que mezclan con la realidad, acaban por contar algo que se aleja de la verdad, pero con este relato no hay ninguna intención. A partir de esta edad aprenden que a veces es necesario faltar a la verdad para conseguir, en una primer momento, resultados positivos tales como: poder librarse de un castigo o de realizar una tarea que no les gusta; alardear ante sus amigos o familiares de tener o haber vivido algo muy valorado y por ello ser admirados; conseguir algo que desean; enfrentar un miedo sin que nadie se entere de esa debilidad; ser aceptados y queridos por su familia, amigos y profesores; obtener algún privilegio; olvidar alguna situación que no les agrada dentro de su familia o de su entorno…. En general, la mentira es un mecanismo de defensa de las personas que se utiliza en alguna ocasión para sobre todo conseguir la aceptación del grupo. En función de qué manera, con qué frecuencia y en qué ocasiones se utiliza podemos considerarlo un problema o no.
¿Qué hacer cuando descubrimos una mentira?
Lo importante, desde las primeras mentiras, es indagar acerca de las razones y las causas que le han llevado a mentir. Una actitud calmada y reflexiva por parte de los padres, facilitará el diálogo con los niños y podrá reorientar esa conducta. A veces detrás de las mentiras subyacen otros problemas más importantes que los niños ocultan, impidiéndonos facilitarle las ayudas posibles. Quedarnos en el hecho de mentir; reñir y castigar por ello, impide ver la situación real que está viviendo el niño o adolescente. Este ambiente de calma y comprensión que le estamos facilitando al pedirle explicaciones le ayudará a sentirse seguro y a no necesitar la mentira.
También es recomendable explicarle, posteriormente, cuáles son las consecuencias del engaño. Tiene que entender que nadie desea equivocarse o no sentirse aceptado, pero eso forma parte del vivir; que lo adecuado es pensar cómo resolver esas situaciones de fracaso, no encubrirlas. Cuando las ocultamos y nos descubren los demás pierden confianza en nosotros.
Del mismo modo, es conveniente hacer un pequeño análisis sobre como los padres utilizan la mentira con los hijos. Es más frecuente de lo deseable observar como los adultos faltan a la verdad para resolver problemas cotidianos triviales dentro de la familia. En estos casos los niños acaban por descubrirlo y no comprenden porque no se les ha dicho la verdad. Es cierto que a veces sólo se pretende evitar una rabieta o una mala reacción de los jóvenes, pero esto es difícil de entender por los pequeños, ellos tienen más dificultades para encontrar razones por las que sus padres no le cuentan la verdad; y simplemente empiezan a entender la mentira como una forma de resolver problemas.
¿Cómo evitar las mentiras?
Uno de los factores de prevención de la mentira más influyentes es la manera en como los padres se enfrentan día a día a sus errores y a las situaciones que les desagradan. Un niño sincero debe encontrar una familia sincera, que aborde los conflictos diarios con transparencia.
Otro factor importante es la confianza que tenemos en nuestro hijo. Los padres deberían mostrarle que confían en él, que lo consideran capaz de ir gestionando su vida a pesar de los propios errores que comete al ir aprendiendo. Creer que es competente y que está capacitado, animarlo a que reflexione sobre que podría hacer para evitar o mejorar tal o cual cosa, dejarle sentir las consecuencias de sus actos, es una herramienta educativa de gran valor para evitar la mentira.
Por último señalar que la manera de valorar e intervenir sobre sus errores es totalmente determinante en la aparición del engaño. Cuando sancionamos los fallos con castigos arbitrarios, cuando nos enfadamos de un modo significativo y juzgamos al niño con enfado, no impediremos que esa conducta se repita, sino por el contrario conseguiremos que el niño mienta para evitarlos.
(*) Colaboración dominical especial de la Asocaición de Pedagogía de Galicia “APEGA coi Carriola de Marín