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El Lago Castiñeiras, las comunidades de montes y el concierto flotante

Carriola.J.S.P.04.08.21

El concierto flotante sobre las aguas del Lago Castiñeiras ha traído una nueva polémica, por si había pocas y variadas. Y es que, en todos los medios de comunicación leídos y escuchados se ha visto que una Comunidad de Montes ha puesto al grito en el cielo porque, para ese concierto, se han instalado los bafles de sonido en la parte que consideran de su propiedad, como si el Lago Castiñeiras no fuese propiedad de todos aunque se repartan el pastel tres Comunidades de Montes, nada menos, que no se ve que hagan mucho  por, no solo mejorar, sino mantener lo que debería ser el recinto turístico por naturaleza de esta comarca. Incluso hemos escuchado a un representante de la comunidad de Vilaboa diciendo que estarían dispuestos a cambiar el Lago por la playa de Aguete, aunque supongo que lo diría por decir porque, en cabeza humana normal, no cabe ni la broma esa.

Esto de las comunidades de montes merece un estudio profundo porque, quienes las forman se creen los dueños y señores, los amos, de las áreas. Las explotan plantando lo que quieren y vendiendo lo que les da la gana, sin que muchas veces se sepa qué hacen con los beneficios de esas ventas de árboles porque todo corre de su cuenta. El Lago y su entorno son parte de los ayuntamientos pero, quien manda y ordena en ellos, son esos grupos de vecinos que se arrogan todos los derechos sobre ellos, como ocurre en otros puntos desde que, a los políticos de la UCD (creo recordar) se les dio por ceder lo que, en estos tiempos,  debería ser de todos, como son las playas, la alameda de Marín y las carreteras que comunican los núcleos de población.

Desde bien niño recuerdo ir al Lago con mi familia en días de verdadera fiesta y disfrute de la Naturaleza, aunque teníamos que subir a la zona por carreteras inverosímiles. Nunca nadie nos dijo donde podíamos o no ponernos porque el Lago era de todos y solo había que llegar a tiempo para encontrar un buen lugar. Se celebraba allí un día de la fiesta del Carmen, precisamente el domingo siguiente al 16 o incluso en aquel demoníaco festivo del 18 de julio, y otro día del Cazador, y se juntaban allí, hablo de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, miles de personas que se distribuían por toda la zona sin saber ni tener por que saber, de quien era aquella maravillosa zona porque, en aquellos tiempos era de todos, sin distinción, y no como ahora con ese invento de las comunidades de montes que se reparten el pastel como cosa propia.

Por eso me chirría tanto barullo porque el concierto flotante, un atractivo turístico pero sobre todo cultural, que acercó a Castiñeiras a cientos de personas, haya puesto los bafles de sonido aquí o allá. Sería mejor que las comunidades de montes   se dedicaran más intensamente a mejorar el recinto, emplear el dinero que obtienen de la venta de la madera y otras cantidades que a veces reciben de aquí o de allá, en hacer de aquel lugar el paraíso que siempre fue, pero que fue y es de todos, sin propiedades absurdas de quien desea cercenar el derecho histórico de la verdadera comunidad que somos todos. O los que vivimos aquí abajo también pediremos hacer una comunidad de playas y dejaremos o no entrar en ellas a los de la comunidad de montes y en todo caso, les designaremos un sitio donde pueden o no bañarse o tomar el sol. O veremos si les dejamos llevar a sus hijos a los parques infantiles, al paseo marítimo o al parque de los Sentidos.

Ya está bien del sentimiento de “isto é noso” que es lo más perjudicial e incomprensible que sucede y, lamentablemente no solo en Marín. Y que vengan muchos espectáculos como el del concierto flotante que buena falta hace culturizar a este pueblo nuestro. Amén.