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Ayer perdimos a Antonio Couso, O Corato, un baluarte de la pesca histórica en este puerto

Carriola.Julio Santos Pena.12.01.23

Ayer se nos fue uno de los históricos hombres de la mar de este puerto. Antonio Couso Domínguez al que se le conocía por “O Corato” utilizando esos sobrenombres que todas las familias de cincuenta años atrás tenían como sello de identidad que se fue heredando por generaciones. El Puerto Pesquero de Marín sintió en una misma semana, prácticamente, la pérdida de dos de estos baluartes de su historia viva: Antonio, ayer, y hace unos días Valverde que compartieron época de juventud cuando ir al mar era otra cosa sin querer, en absoluto, menospreciar el oficio actualmente.

Antonio Couso se hizo a sí mismo. Empezó, seguramente a tomar contacto con su oficio cuando había que echar mano a los remos sin que le hubiera salido todavía la barba, cuando se aprendía a sufrir congelando las manos encallecidas por el esfuerzo del propio remo, de las redes y las cuerdas, que eran sus armas de trabajo, y de la manipulación del pescado capturado en cada lance. Y, como otros muchos chavales de entonces, aprendió a ser marinero, para iniciarse en aquellos barcos que, sigo sin entenderlo, muchos profanos en la materia echan de menos cuando eran verdaderas cárceles para sus tripulantes que trabajaban en la cubierta solo amparados por las ropas de aguas que, ¡vaya por Dios que ropas!, a expensas de las olas que les pasaban por encina de babor a estribor; comían en la misma cubierta al amparo del puente del barco, según por donde daba el viento y todos de la misma fuente, hasta tenían que hacer sus necesidades por la borda y trabajaban duro, igual de duro que hoy pero...mucho más duro, aunque tenga que decir la misma palabra cinco veces, para descansar, si aquello era descansar, en los catres a los que accedían por aquellas entradas cuadradas de la cubierta por las que caían en los camastros de follato de maíz, que ni colchones eran, compartiendo habitáculo con chinches y ratas que nunca faltaban en aquellos inhóspitos buques de madera y carbón en  los que se atrevían en mares peligrosos que los patrones sorteaban como podían.

Antonio Domínguez “Corato” supo, como otros muchos de aquellos chavales progresar en el oficio y, en cuanto reunió unas pesetas, se hizo armador, pero no un armador de los que estaban en puerto esperando para llevarse las mejores “pixotas” y cigalas y tratar de repartir lo menos posible el resultado de la pesca. Antonio se hizo armador pero siguió en el puente de su barco porque, cuando uno mama la sal de pequeño, ya no puede olvidar su sabor mientras tenga fuerzas. Era un armador de la época dorada del puerto pesquero marinense como los Nores, Virichao, Valverde, Seso Durán, Santiago “Carracho”, Eladio... y otros que, como “Corato” supieron hacerse hombres sobre su propio sudor producto del trabajo en el mar.

Antonio supo progresar creando flota; “Rinconete”, “Pitanxo”, “Punta Couso”... y hasta barcos portugueses se sucedieron en su armadora que defendió con el éxito de su conocimiento aprendido con la vida misma. No hubo mares que se le resistieran hasta que acabó quedando en tierra ya con la edad merecedora de descanso pero sin dejar nunca de lado su oficio de marinero promotor

Antonio Couso a la izquierda portando el cordón del estandarte de la Virgen del Carmen

Rudo lobo de mar al que no le asustaban los temporales ni las amenazantes olas de los caladeros por donde andaba era, en cambio, una persona sensible,  un gran devoto de la Virgen del Carmen y uno de los más antiguos integrantes de la cofradía de la gente del mar  que cada 16 de julio lleva a su Imagen por las calles y por la ría con gran orgullo y fervor.

Ayer acompañamos a sus hijos en el funeral por su alma y sentimos esa sensación de que el puerto pesquero de Marín perdía a uno de hijos preferidos. Descanse en paz Antonio Couso “Corato”, Le recordaremos siempre.