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Contenedores, un triste espectáculo que se debería evitar

Carriola.Julio Santos Pena.06.06.23  

El fraude a una ilusión ha sido lo que hace unos años sentimos los marinenses cuando se nos anunció que llegaban buenos tiempos para el puerto de Marín porque barcos de enormes tamaños vendrían con contenedores a barullo y nos quedamos con la chatarra.

Y era verdad; vinieron, y nos asombramos con aquellos enormes containeros que llegaban a nuestro puerto  en donde las empresas estibadoras y sus trabajadores se esmeraron en demostrar su capacidad y su compromiso con el puerto y con las empresas que en él operaban. Barcos enormes entraban a los muelles y salían casi de inmediato porque la gente que trabaja en esta rada se comprometió en serio con hacer las cosas bien.

Pero...¿dónde estaba la trampa?; Pues sencillamente en que aquel espejismo de movimiento portuario se debía a, simplemente, un proceso de presión para que los trabajadores de Vigo entraran por la tira y rebajaran sus exigencias que fue en realidad lo que decidió a los “gigantes marinos” a venir a operar en Marín.

Y les salió que ni pintada porque, en efecto, los de Vigo que también le vieron las orejas al lobo, se “adaptaron” a las circunstancias y a los gigantes marinos les faltó tiempo para largarse de Marín y dejar a la Autoridad Portuaria y a las empresas que los consignaban en la estacada, con el culo al aire, después de haber hecho fortísima inversiones para adaptar el puerto a las nuevas necesidades y hasta traer grúas monstruosas que ahora están casi todo el día tomando el sol.

Claro que los gigantes marinos encontraron en Marín el lugar idóneo para guardar su chatarra de contenedores y, desde el primer momento, los depositan frente a la alameda que es el parque más emblemático y céntrico que tiene Marín, desde donde un día sí y otro también nos encontramos con un muro de contenedores feos como ellos solos.

Hay continuas quejas de los vecinos por esta circunstancia. No sé si llegan a oídos del presidente del puerto, de la Autoridad Portuaria, del concello de Marín o de quien pudiera tomar alguna decisión para evitar este desastroso paisaje que nos regalan los gigantes marinos cada día.

La imagen que acompaña este comentario es demasiado elocuente como para que me vengan con disculpas o intentando convencerme de que es cuestión de economía. A la vista está la realidad que da la razón a los vecinos de este pueblo que lo dio todo por el Puerto y recibe, entre otros desprecios, pantallazos achatarrados a cambio.

Algún día se levantará algo más que la voz.