Del libro "Pequeña Historia de Marín" de José Torres Martínez. JSP.
Desde siempre oímos decir que desde Marín fueron cientos los emigrantes que buscaron mejor vida allende los mares a principios del siglo XIX y, posteriormente, en la mitad del XX, en tierras y mares europeos. Y es una realidad palmaria porque, quien más quien menos, tiene alguna relación familiar con los descendientes de aquellos marinenses atrevidos que un día decidieron ir a por la fortuna aunque no todos, ni mucho menos tuvieron suerte.
Hoy quiero traer a la Carriola de Marín, lo escrito sobre este asunto por Don José Torres Martínez en su “Pequeña Historia de Marín” de la que cada semana extraemos alguna parte que nos ilustra sobre la historia, en este caso, no demasiado antigua de nuestra sociedad. El profesor Torres sitúa el momento del inicio de ese trasiego de marinenses hacia América en el segundo decenio del XIX y dice que “Marín era una pequeña villa que después de largo letargo de siete siglos viviendo bajo un régimen de señorío, empobrecido por las limitaciones impuestas a su legítima jurisdicción sobre la Ría y profundamente perturbada por las luchas de la época - liberales primero y absolutistas, después – ofrecía a sus pobladores muy escasas posibilidades para dedicarse en el ejercicio de la pesca a un trabajo rentable capaz de satisfacer las naturales exigencias de la vida”. Torres destaca que, a pesar de la llegada de los catalanes al mundo de la pesca en este puerto que promocionó el empleo y la industria, muchos jóvenes de la localidad prefirieron buscar en los países americanos “una manera de superar la precaria situación familiar de las clases humildes, organizándose entonces un masivo éxodo en búsqueda de horizontes de vida más prometedores”.
Vista de la ribera de Marín en 1899
Queda entonces evidenciado que las posibilidades de mejora aquí no eran muchas a lo que se unió el incremento del tráfico que adquirió el Puerto de Marín visitado por buques de numerosas nacionalidades y abriendo rutas marítimas del mundo, sobre todo, hacia “una América fabulosamente rica – que decían las noticias- que hicieron que la fiebre de la emigración se apoderase entonces de aquella juventud”.
Torres sitúa en el año 1815 el momento de la intensificación de la corriente migratoria, pasados los azarosos tiempos de la guerra contra los franceses, y apunta que “fueron los jóvenes de entre 14 y 18 años los que llenos de voluntad partieron hacia Ultramar en largas y penosas navegaciones y en toda la extensión del continente americano hallaron los marinenses campo para su actividad colonizadora pudiendo decirse que no hubo país alguno que no registrase presencia de nuestros emigrantes pero, de una manera especial el grueso de la masa migratoria se dirigió principalmente a las tierras del Plata”. “Desde las inhóspitas y frías zonas de la Patagonia hasta el Chaco tropical, pasando por las inmensas llanuras de La Pampa – continúa Torres - los marinenses dejaron huella de su fecundo esfuerzo, roturando tierras vírgenes, estableciendo industrias y ejercitando el comercio al paso que sus descendientes asistían a Universidades, ingresaban en los organismos del Estado y participaban en las diversas actividades liberales del país”.
Son numerosos los apellidos que certifican la presencia de marinenses en América pero, Torres Martínez, para dar idea de la enorme difusión de los marinenses y del papel predominante que desempeñan en los destinos de aquel país, se centra en citar por ejemplo “El linaje de los Garzón, oriundo de Marín, fundado por Don Félix Garzón Rodríguez, natural de Huelva, que casó con la dama marinense doña María Rosa da Veiga y del Rosal, y cuyos descendientes emparentaron a fines del siglo XIX con familias de famosos conquistadores e ilustres fundadores de ciudades y, de este linaje singularmente fecundo, descienden familias tan representativas en la nación argentina como las de Garzón da Veiga- Garzón Míguez – Garzón Rosales – Garzón Oseiro – Garzón Garzón - Garzón Agulla – Garzón Roca - Soaje Garzón – Caffetara Garzón – Berrotarán Garzón – Irigoyen Garzón – Areosa Garzón – Zapiola Garzón - Lascano Garzón – Martínez Garzón – Oseiro Garzón – Alvariño Garzón – Piñeiro Garzón - y Linares Garzón, como también las de Nores del Viso – Nores Blas – Mores Martínez -Rivero Nores – Rey Nores – Crespo Rivero - Del Viso Crespo -Del Viso Bas – Soaje Malicer – Reynafé Soaje – Soaje Ramos – Berrotarán Martínez – Martínez Pizarro – Torres Bas – Irigoyen Freire – Bas Capdevila y otras muchas de puro ascendiente marinense que dieron y dan a país ilustres figuras en la política y en la gobernación del Estado como en la Ciencia”.
De la historia mucho más reciente
Hace tres décadas, siendo alcaldes primero Antonio Pena Piñeiro y después Augusto Casal Sánchez, se celebraron en la provincia argentina de Córdoba sendos hermanamientos con las ciudades de Córdoba, propiamente dicha y Dean Funes, respectivamente. Sendos grupos de marinenses acompañaron en ambas ocasiones a la comitiva municipal y se celebraron emotivos actos de puro hermanamiento que llevaron a las delegaciones de ambos pueblos a momentos de enorme emotividad y de reencuentro casi familiar. Personalmente tuve ocasión de viajar en ambas ocasiones formando parte del grupo “Beiramar”, que puso la música y el folclore gallego en las recepociones y fiestas que se celebraron con ese motivo y puedo dar fe del sentimiento de admiración y cordialidad que mutuamente se vivía en aquel momento. El vicepresidente de la Nación Argentina, en aquel momento Víctor Martínez, descendiente de marinenses, nos recibió, con gran emoción, en la mismísima Casa Rosada de la Capital del Estado y, en el segundo viaje, el pueblo de Dean Funes nos mostró su reconocimiento a Marín como cuna de muchos de los suyos y, de entre ellos, el siempre bien recordado José Naveira Ferradanes, marinenses de nacimiento que llegó a ser intendente (alcalde) de la ciudad deanfunesa y acaso fue una de las personas más felices con nuestra estancia allí. Buena ocasión ésta para saludar efusivamente a los deanfunenses que sabemos siguen esta publicación, y en especial a Hugo Bellina, que era en aquel momento el intendente de la ciudad, y sus compañeros de corporación municipal, además de la amplia colonia de marinenses y descendientes de nuestros paisanos que allí viven.