Carriola. Julio Santos Pena
No pudo salir peor lo de establecer el el PXOM un área de desarrollo especial, un polígono de esos que se colocan donde a los redactores de los planes les viene en gana o consideran que es lo mejor para el urbanismo. Es una gran superficie que va desde la Rúa da Roda hasta la Rúa da Estrada y también hasta Méndez Núñez, justo frente al mismísimo concello; más céntrico, imposible.
¿Y qué hay que hacer en esta gran superficie?... pues desarrollar el dichoso polígono lo que supone que los trece o catorce propietarios de los terrenos que lo conforman, han de ponerse de acuerdo para unificar el criterio y preparar la zona conjuntamente, es decir, diseñar donde se podrá construir, por donde irán los viales, cuantificar las zonas verdes; dotar a la zona de los servicios básicos de alcantarillado, agua, alumbrado, conducciones de gas y eléctricas... y todo eso repartiendo gastos y, en su caso, ganancias, que para esto lo tienen muy crudo.
Y es que, según Carriola de Marín ha deducido tras asistir a la asamblea de socios del Ateneo Santa Cecilia, que es uno de los damnificados con la actual situación, no hay constructor o grupo inversor que quiera saber nada de ese polígono porque en todo él, únicamente se pueden construir 59 viviendas lo que, sin ser nada entendido en la materia, lo hace totalmente inviable desde el punto de vista económico. Y uno se pregunta a qué cabeza pensante se le ocurrió meter en las condiciones del PXOM para este lugar semejantes condiciones?. O también ¿habrá habido algún espúreo interés en semejante decisión?. Ah!, pues puede ser.
La realidad es que esta explanada de terreno, ubicada en el mismo centro del pueblo con unas posibilidades urbanísticas de primer orden, está condenada a seguir así por los siglos de los siglos, a no ser que el propio ayuntamiento se ponga las pilas y decida, de una vez por todas, o llevar a cabo por sus medios la redacción del plan (que es su obligación aunque ya se ve que no están dispuestos a cumplirla) o cambiar la normativa con un Plan Especial para la zona que posibilite su puesta en valor, valor que cada día que pasa se viene abajo estrepitosamente y no hay más que asomarse al lugar.
Porque esa es otra. Hace ya varios años que se llegó a un acuerdo con una empresa para que derribara las casas y edificios que allí estaban en ruinas, cosa en principio plausible porque semejante espectáculo de decadencia urbanística era algo injustificable. Ah!, pero la empresa que desmontó las casas se llevó la piedra, no hizo el cierre que decían que se haría para dar un aspecto agradable a la zona y dejó aquello lleno de escombros que, por lo que se ve van a estar también eternamente allí con lo que si no lo remedia alguien, será peor el supuesto remedio que la enfermedad.
Marín no se merece este lamentable espectáculo urbanístico ni tampoco este desprecio a una zona, que podría ser la joya del futuro, y bien sé que los propietarios de los terrenos, en su gran mayoría, están dispuestos a arrimar el hombro para el mejor aprovechamiento de la zona. Cae de cajón que, con la construcción de solamente 59 viviendas posibles, a nadie se le va a ocurrir ni estudiar una inversión a menos que venga un “Amancio” con los ojos cerrados y se quiera dar un capricho inútil. Y es por éso que, quienes tienen la responsabilidad de arreglar este desaguisado, deberían, por lo menos, poner un mínimo interés en encontrar una salida que podría pasar por una modificación puntual del PXOM que hiciese posible la transformación de semejante espacio urbano abriendo más posibilidades para ello.
La zona no puede seguir así ni tampoco se debe consolidad la inactividad al respecto de su regeneración. En ello nos va mucho del futuro urbanístico de Marín.