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Estribela, Cantodarea, y una injusta línea invisible

Los motivos que ha dado la pandemia del Covid-19 han venido a poner de relieve lo absurdo de la delimitación entre Marín y Pontevedra que divide en dos un núcleo urbano cuyos habitantes tienen las mismas inquietudes, la misma razón social e incluso profesional, y el mismo sentimiento de hermandad desde tiempo inmemorial.

Cantodarea (Marín) y Estribela (Pontevedra) están delimitados por una imaginaria línea de prolongación del eje del callejón Regueiriño, donde los vecinos de una y otra orilla casi se pueden dar la mano si salen a la ventana de sus casas. No fue así históricamente porque la parroquia de Lourizán perteneció a Marín entre los años 1820 y 1823 con toda la lógica del mundo. Fueron las artimañas de los políticos caciqueiros de turno de la capital que acabaron determinando que los vecinos de Estribela se aprovisionaban más en Pontevedra que en Marín y acabaron trazando una invisible línea de límite que nunca fue aprobada por el concello marinense por lo que, desde hace muchos años, está la cosa sin oficializar debidamente y el barrio quedó partido en dos mitades incomprensiblemente.

La desfachatez de los autores de semejante división llegó a poner la susodicha línea desde el eje del callejón Regueiriño hasta la fuente que está a unos pocos metros y, de ahí, con ávidas vistas en el futuro portuario que hoy es una realidad, hasta el faro de Tambo, con un giro sibilino hacia el sur para tratar de meter el puerto entero en Pontevedra. No se les ocurrió llevar la línea desde la fuente hasta el campanario de la iglesia de Placeres, que hubiera sido lo más justo.

Y hubo nuevos intentos hace muy poco, cuando era alcalde de Marín Fran Veiga, por parte de Pontevedra cuyos gobernantes mandaron pintar sobre el suelo de la plaza una ancha línea que pretendía delimitar por las bravas la supuesta propiedad de cada quien. De aquella tuvo una respuesta incontestable por parte del regidor marinense que rodillo en ristre y caldero de pintura, procedió a borrar semejante desvergüenza, y hasta hoy.

                Esta cuestión produce situaciones tan absurdas como que, con el actual problema de la pandemia, los vecinos de Estribela, que quieran ir al supermercado, por ejemplo, o a echar una quiniela  también,  no puedan hacerlo porque está a pocos metros de la línea divisoria e incurrirían en la violación de la norma que confina los municipios entre sí. ¿Habrá cosa más absurda?.

                Y está pendiente la delimitación de los terrenos ganados al mar PARA EL PUERTO DE MARíN, superficie que, en principio no es ni de Marín ni de Pontevedra hasta que se adscriba a alguno de los dos municipios porque son terrenos “nuevos”. Esta incertidumbre conlleva la injusta diferencia para las empresas que se encuentran a un lado o a otro de aquella raya imaginaria y no oficial y determinada de momento y, empresas que pagan “x” en un lado, ven como las del otro pagan mucho menos por lo mismo cuando el puerto como tal, debería ser una unidad en todos sus aspectos. Hacienda, que es la más lista de todas las administraciones, hace oídos sordos a las quejas y, mientras no se arregla el asunto que tiene visos de ser eterno, sólo le interesa cobrar y utiliza una línea divisoria que no existe hasta que quien manda le ponga lo que hay que poner para acabar con este problema que provoca incertidumbre.

                La superficie ganada al mar está hecha sobre agua y se creó para el Puerto de Marín y, en buena lógica, no en cacicadas, deben ser adscritos al concello marinense y acabar con esta estúpida polémica. Pero…¿con quen falas?.

La imagen que ilustra este comentario es una bella estampa de principios del pasado siglo. ¿Alguien puede comprender que este popular barrio está dividido para dos municipios por una línea central imaginaria ?